Una mirada encalada en una fragancia

Mientras buscaba una pasión de contornos infinitos y los extravíos de una noche que quedó congelada en otro tiempo, me topé de repente con uno de esos amores que saben afianzarse con una sola caricia, con una sola palabra, con una sola mirada. Me encontré con una noche que sabe aprovechar al cien por ciento su propia desnudez. Me encontré con los labios carnosos y sugerentes de una mujer única y resuelta, con una ventana llena de voracidades interiores. No hacía mucho tiempo atrás que ella y yo nos habíamos conocido. Cuando quise saber su nombre, ella, con un aire sumamente coqueto, dijo que se llamaba “Hermosa”. En ese momento, la luz de alguna de esas lejanas galaxias que de lejos son simples puntos blancos, pero de cerca unos racimos fulgurantes de luz y colorido diverso, se escondió en la mirada repentinamente tierna que tenía ante mí. Una mirada, y un cuerpo de olas pasionales, que eran como un sorbo de océano en una flor, una promesa que renacía entre las esquivas aguas del tiempo para caminar sobre la superficie de la vida, esa levedad de aguas verdosas que posee la esperanza. No había mucho qué decirle, los argumentos de la lluvia siempre serán aburridos para una rosa que se precie de ser la más bella de todas las rosas. Por lo que así, en esa tónica de ir remando hacia ella, hacia aquella chica sinigual, entre mil dudas susurradas por la vida misma, comencé a vivir en un columpio de sensaciones, con el claro objetivo de que nuestras almas se rocen con el tacto del deseo y de hallar el único sentimiento que aún no se ha inventado el corazón.

pasion459

 

 

 

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